Con la verdad

Alguna vez tuve un deseo: Quería ser famosa, con personajes pintorescos leyéndome desde cada esquina del mundo. Quería ser una autora leída, comentada, hasta odiada de ser necesario (creía fervientemente que el odio es amor podrido, amor que se queda dentro sin expresarse, como una vez me dijo mi mejor amiga), y yo soñaba con eso sin cansancio.
Hoy me avisa WordPress que llegué a la publicación número 100… Llevo dos años y medio dándole una voz a Lola, y desde aquel entonces a esta fecha de hoy, mis prioridades han cambiado.
Aún quiero ser leída, no me entiendan mal. Amo escribir casi tanto como amo a Juan (mi esposo adorado que me alborota los sentidos, cuando nada logra levantarme el ánimo). Hay cosas que me sostienen en la nada diaria donde vivo, y ya con eso, con mi «suficiente», soy muy feliz.

Ahora soy una mujer casada, con un trabajo y la responsabilidad de pagar los servicios del mes. Tengo una perra traviesa que más que una perra es mi hijita malcriada. Ella me hace sentir los deseos prematuros de convertirme en madre, sin necesidad de serlo todavía («…algún día», nos repetimos Juan y yo para inyectarnos paciencia.)
El próximo lunes comienzo en un lugar nuevo a trabajar. Estoy emocionada, y nerviosa. Lo normal, supongo yo, que uno no empieza en un trabajo nuevo todos los días. Es en una compañía grande, importante, con muchas posibilidades de crecer. Eso me mantiene enfocada.
En dos meses me gradúo de la universidad… Estoy que ni me lo creo. Me impresiona saber que tengo disciplina suficiente para tomar clases a través del Internet, y aún así llegar a mi meta. Principalmente, porque mi meta más grande era todavía más pequeña que graduarme.
Es importante para mí entender que soy la misma persona, y que solo han cambiado mis circunstancias. Vivo enamorada, tengo lo que necesito, y realmente, no pediría lo que no merezco.
No escribo en pos de sonar poética y profunda. Creo que este es el escrito más real de todos los que alguna vez he subido al blog, y eso me enorgullece. No todo en la vida es verso. También hay que dejar espacio a las prosas delicadas y sutiles del día a día. Espero que haya gente allá afuera identificada. Antes, escribía molesta porque no era feliz. Hoy, escribo realista. Eso me hace sentir mejor y más capaz de lograr algo bueno…

Leslie Urdanivia ©
Atlanta, 29 de septiembre del 2014.

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